Entrevista a Bruce en Rolling Stone (03/02/2016)

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Entrevista español a Bruce a cargo de David Fricke para la revista Rolling Stone, donde habla tanto de la gira en marcha como de su nuevo y terminado LP en solitario.

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Bruce Springsteen revitaliza The River; nuevo LP en solitario
“En el próximo lanzamiento que haga, le haremos un hueco y lo sacaremos”, dice Springsteen de su nuevo álbum
Por David Fricke. 3 de febrero de 2016
© Traducido por The Lonely, en febrero de 2016

¿Hay material de la época del The River —canciones inéditas o actuaciones— aún aguardando a ser escuchadas, que no estén incluidas en la caja?
La caja incluyó todo lo que era agradable al oído. Podría haber incluido algunas curiosidades. Cuando sacamos estas cajas, descarto esas cosas cuyo único interés es: “Esto ocurrió” [risas]. No elijo los múltiples descartes. Elijo aquello que tuvo alguna razón para existir, que tuvo vida propia, que no se usó pero que es un ser pujante por sí mismo.
¿Estuviste escribiendo literalmente cada día para el The River? Ese disco casi se forzó a sí mismo a convertirse en un álbum doble.
Tienes que entenderlo. Estaba escribiendo presa del pánico, ¿vale? Porque no tenía un disco, lo que es una sensación muy preocupante y desestabilizadora. Aunque es una sensación a la que tienes que acostumbrarte cuando eres un creador de discos, nunca se pierde esa sensación desagradable de: “¿Va a ocurrir? ¿Van a encajar todas las piezas? ¿Va a tener vida propia?” No lo sabes hasta que ocurre.
Y, como líder, eres responsable de que la banda coma. Hay también una obligación económica.
Se gastó dinero en el estudio en aquel momento, ciertamente. Gastamos todo lo que teníamos. Cuando el disco salió finalmente, estábamos en la miseria. Lo único que tenías para continuar era la vaga sensación de una estética, una idea, algo que querías conseguir, sin saber exactamente lo que era. Todo lo que sabía era que quería tener libertad, tener envergadura. Quería recurrir a todas las distintas partes de lo que hicimos. Tenía los parámetros. No tenía las partes que funcionaban.
¿Por qué descartaste ese temprano e inédito proyecto, The Ties that Bind?
No me pareció suficiente. Era un bonito disco con diez canciones.
¿Era liviano?
Ahora disfruto escuchándolo. No tenía la complejidad que el posterior disco tuvo.

¿Hay material de la época del The River —canciones inéditas o actuaciones— aún aguardando a ser escuchadas, que no estén incluidas en la caja?
La caja incluyó todo lo que era agradable al oído. Podría haber incluido algunas curiosidades. Cuando sacamos estas cajas, descarto esas cosas cuyo único interés es: “Esto ocurrió” [risas]. No elijo los múltiples descartes. Elijo aquello que tuvo alguna razón para existir, que tuvo vida propia, que no se usó pero que es un ser pujante por sí mismo.

¿Estuviste escribiendo literalmente cada día para el The River? Ese disco casi se forzó a sí mismo a convertirse en un álbum doble.
Tienes que entenderlo. Estaba escribiendo presa del pánico, ¿vale? Porque no tenía un disco, lo que es una sensación muy preocupante y desestabilizadora. Aunque es una sensación a la que tienes que acostumbrarte cuando eres un creador de discos, nunca se pierde esa sensación desagradable de: “¿Va a ocurrir? ¿Van a encajar todas las piezas? ¿Va a tener vida propia?” No lo sabes hasta que ocurre.

Y, como líder, eres responsable de que la banda coma. Hay también una obligación económica.
Se gastó dinero en el estudio en aquel momento, ciertamente. Gastamos todo lo que teníamos. Cuando el disco salió finalmente, estábamos en la miseria. Lo único que tenías para continuar era la vaga sensación de una estética, una idea, algo que querías conseguir, sin saber exactamente lo que era. Todo lo que sabía era que quería tener libertad, tener envergadura. Quería recurrir a todas las distintas partes de lo que hicimos. Tenía los parámetros. No tenía las partes que funcionaban.

¿Por qué descartaste ese temprano e inédito proyecto, The Ties that Bind?
No me pareció suficiente. Era un bonito disco con diez canciones.

¿Era liviano?
Ahora disfruto escuchándolo. No tenía la complejidad que el posterior disco tuvo.

Escuchando simplemente la cara tres en el ensayo de hoy, The River va de “Point Blank” a “Cadillac Ranch” y “I´m a Rocker”, que tiene mucho del terreno emocional y físico en el que el Darkness on the Edge of Town de 1978 estuvo más intensamente centrado.
En Darkness tenía una sola cosa en mente. Era austero. Todo lo demás fue eliminado. Algunas de las canciones que aparecieron en el The River —“Sherry Darling”, “Independence Day”— las compuse inicialmente para el Darkness on the Edge of Town.
Teníamos un par de objetivos para el The River. Uno era hacer un disco que se pareciera a un concierto. Así que hubo estudios de personalidad. Era música de banda de bar. Pasó de ser gracioso y alegre a descorazonador. Yo pensaba: “Esto es lo que quiero. Quiero ambas cosas.” Siempre peleé por encajarlo en un álbum sencillo. “Esta vez haremos un disco que sea parecido al concierto.” Tenía que ser un álbum doble.

Esta es la primera vez que recuerde que has salido con una gira que tenga un grupo de canciones fijo [del The River]. Has hecho actuaciones completas de otros álbumes, pero recurriste a ellas en una noche determinada. Esta es una presentación exagerada.
El tamaño del disco no fue resultado de una tarea casual. Y es un disco curioso. Termina con un tono raro con “Wreck on the Highway”, donde solo está un tío con sus pensamientos [risas]. Es todo lo que hay. El álbum comienza con la búsqueda de conexión y comunidad, el deseo de descubrir dónde encajas, y termina con este tío en un dormitorio con la persona que ama y con sus pensamientos.

¿Te parece raro salir con una gran gira sin música nueva? La mayoría de tus giras desde que te reuniste con la E Street Band en 1999 han estado ligadas a un nuevo álbum y al punto de vista de ese álbum.
En este momento tenemos tanta música a nuestras espaldas que no necesitamos autorrestringirnos a esa fórmula. Quiero poder decir: “Quizás deberíamos salir y dar 20 conciertos, 40 conciertos, 60 conciertos… o 10 conciertos. Simplemente dejemos que la banda toque.” Hemos atravesado el punto en el que necesitamos publicar algo para justificar el salir a tocar. Quiero romper ese ciclo, cualquiera que sea. Simplemente salir, tocar tu música y ver cómo funciona. La caja nos dio una oportunidad de poner eso en práctica.
Además, el disco en el que estaba trabajando era un disco en solitario. Probablemente voy a salir de gira para tocarlo yo solo. Dado el tiempo que requeriría, pensé: “Eso significa que la banda no tocará de nuevo durante dos años y medio o tres”. No quería que pasara tanto tiempo sin que la banda tocara junta. Hará dos años en mayo desde la última vez. En este momento de mi vida, quiero tener la libertad de decir: “¿Quieres tocar? Reservemos algunos conciertos.”

Me di cuenta de que el itinerario de esta gira tiene dos, a veces tres días libres entre conciertos. ¿Se trata de una concesión a la edad y al estrés físico de hacer un concierto tan largo? ¿Cuánto tardas en recuperarte de una de estas noches?
No creo que hubiera ningún motivo. Yo no reservé los conciertos [sonríe].

¿Simplemente apareces?
[Risas] Fundamentalmente. Nuestra media ha sido de tres conciertos y medio semanales. Y con este concierto, llegamos a la cifra de tres horas. Es sencillamente cómodo, supongo. No quieres agotar a tu voz. Quieres dar lo mejor cada noche.

Pero es un hecho que la edad nos llega a todos. ¿Cómo decides cuándo no puedes hacer algo con el ritmo e intensidad que tenías en tu veintena y treintena? No quieres que la gente venga con mejores recuerdos que con los que se marchen al final de la noche.
No solo tienes que ser mejor de lo que eras. Tienes que ser mejor de lo que la gente recuerda que hiciste [risas], lo que es duro. Alguien dirá algo parecido a: “Te vi allá en el 76 en el sitio que sea. Fue el mejor concierto que he visto en mi vida.” Quizás, sí; quizás, no. Pero se recuerda así.
Eso no me plantea ningún problema. Permanecemos fieles a cualquier versión de nuestra banda que haya estado allí. Ahora es una experiencia más rica, porque hay tanto material para elegir. Y esa historia compartida que tienes con la gente llena mucho la noche, es muy bonito.

Una cosa que he notado mientras ensayabas la parte del repertorio justo posterior a finalizar el The River —el cóctel de “Badlands”, “Wrecking Ball”, “Backstreets” y “The Rising”— era que a pesar de la gente que dice a menudo: “Prefiero el viejo al nuevo material”, todo él está cortado por el mismo timbre emocional y temático.
La década pasada hemos hecho un montón de buena música. Apostaría que lo mejor de ella puede estar entre lo mejor que he hecho. Y la prueba de ello está en el escenario. Un problema que tuve a finales de los noventa, cuando estaba dudando acerca de utilizar de nuevo a la banda, es que no sabía si podría componer con éxito de nuevo para la banda, si podría componer material que diera sentido a la existencia de la banda.
Pero me sentí a gusto haciendo eso: “American Skin (41 Shots”, “Land of Hope and Dreams”, “The Rising”, “Lonesome Day”, “Wrecking Ball”. Todas ellas eran prolongaciones de la gran música que hicimos en el pasado. Y tuvieron suficiente peso e impacto para llevarnos hacia el futuro. Ha sido un gran regalo para nosotros durante los pasados diez años. Hemos tenido un montón de material nuevo genial para elegir y ha dado lugar a un montón de buenos conciertos.

¿Cuánto tiempo has estado trabajando en el nuevo álbum en solitario?
Fue el disco que empecé antes del Wrecking Ball [2012]. Lo he estado elaborando durante mucho tiempo. Volví a él después del High Hopes [2014]. Lo terminé a comienzos del verano [del año pasado].

¿Cuándo planeas publicarlo?
No lo sé. Estoy indeciso al respecto actualmente. Quiero tocar un poco con la banda, disfrutar con ello. Será lo próximo que haga, le haremos un hueco y lo publicaremos. Es raro tener un disco sobre el que estás indeciso.

¿Estás escribiendo ahora para la E Street Band?
No. Acabo de terminar esa pila de material [del nuevo álbum]. De momento, he dejado de componer.

¿Qué es lo que te incita a componer?
Componer es como tener hambre. Es un impulso, un impulso primario. Nada más. Cuando está ahí, lo haces. Generalmente, intentas comprender algo, dar sentido a alguna parte de tu vida, a algo que estás viendo, algo que estás experimentando, al mundo: “Guau, necesito contextualizar esta experiencia”. Entonces es cuando llega el hambre y te encuentras a ti mismo buscando, buscando, buscando. Es cuando las canciones suelen llegar.

Eso era algo que no paraba de pensar sobre David Bowie y su muerte la semana pasada. A pesar de su mala salud, que ahora conocemos, él continuó trabajando e hizo uno de sus mejores discos [Blackstar] justo al final de su vida.
[Suspira] Es increíble, un logro asombroso. Requiere mucha fortaleza. Warren Zevon hizo un disco bajo esas circunstancias [The Wind, publicado dos semanas antes de su muerte por cáncer, en septiembre de 2003]. Yo estuve en el estudio un poco antes con él, y él estaba resuelto. Una gran parte de su lucha fue hacer esa música. No sé si yo podría hacer eso. Es una hazaña de fortaleza.

Que tú aún estés ahí fuera, dando conciertos como este, ¿te parece a veces que estás tentando tu suerte?
[Ríe con fuerza] ¡Tú estás tentando tu suerte, colega! [Continúa riendo]
¡Absolutamente! [Aún riendo] Es diferente cuando llegas a esa edad, tío. Los sesenta y seis nunca me parecieron tan buenos. Tienes que estar interesado en las cosas y, simplemente, seguir adelante. ¿Qué más vas a hacer?

Aunque esta es una gira inusualmente reflexiva, basada en un álbum completo de canciones que escribiste en un momento de cambio en tu vida.
Si las compusiste bien, se sostienen. No solo se sostienen, sino que se desarrollan y encuentran su contexto actual. Eso es lo que espero de esta gira, que la música encuentre su vida en el aquí y ahora. Con un poco de suerte, es un reconstituyente para algo de la fealdad y la demagogia que hay ahí fuera. Eso sería maravilloso. Volvería a casa como un músico feliz.

¿Vas a dejar de hacer llamamientos a los asistentes desde el escenario, tener en cuenta solicitudes de los fans y poner a prueba a la banda?
Busco un alivio con ello, en realidad. Será una pausa agradable. A medida que avanzamos, podrá suceder en el grupo de canciones posterior al grupo de canciones [del The River]. Pero The River es casi un disco de fans, en el sentido que tiene muchas cosas introducidas dentro de él —“Stolen Car”,“Jackson Cage”—, cosas que no están necesariamente en el primer listado de canciones que los fans puedan mencionar como las cosas que recordarían. Ese es el motivo por el que elaboré el grupo de canciones posterior al grupo de canciones [del The River]: las cosas que la mayoría de los asistentes conocen. The River está un poco escorado a la izquierda. Esa parte del concierto es para la gente que escudriña todos los pequeños rincones de ese disco, que desea escuchar “Fade Away” o “Independence Day”, cosas que ya no tocamos habitualmente.

¿Cuándo te diste cuenta, tras reunir esa primera selección de The Ties that Bind, de que el álbum necesitaba ser un documento más amplio?
Había un grupo de canciones que realmente me gustaba y que normalmente se hubiera eliminado [para un álbum], como “Cadillac Ranch” y “Out in the Street”, cosas que eran una música de banda de bar geniales, pero que las hubiera eliminado si solo tuviera un álbum de diez canciones. Esas canciones estaban agrupadas, recopiladas —“Dios, realmente me encantaría ponerlas a todas”.— Había unas cuantas baladas. Este concierto tendrá más baladas que ningún otro concierto que hayamos hecho en mucho tiempo: “The River”, “Drive All Night”, “Wreck on the Highway”; la mitad del disco son baladas. Así que tienes que lidiar con el otro material entre medias.

Esos doce minutos finales de la cara cuatro —“Drive All Night” y “Wreck on the Highway”— es un tramo largo lento, quizás el más largo de cualquiera de tus álbumes.
Es la recapitulación del disco, esos dos temas muy tranquilos. [Se detiene pensativamente] Será divertido mañana por la noche, ver qué pasa.

En realidad, si pudiera hacer una solicitud, sería el descarte “Held up without a Gun”. Dura solo un minuto y diez segundos, así que no prolongaría demasiado el concierto.
[Ríe] ¡Sólo dura un minuto y diez segundos! Vale. Esa estaba en…

La cara B del sencillo Hungry Heart.
Vale. [Ríe] Sí, esa sería una de las buenas.

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