The Clash fue una banda británica de punk que estuvo activa entre 1976 y 1986. El grupo fue uno de los más importantes e icónicos de la primera ola del punk originada a fines de los años ’70 y, a diferencia de la mayoría de las bandas punk que se caracterizaban por su simplicidad musical, incorporó reggae, rock, rockabilly, ska, jazz, entre otros variados estilos en su repertorio.
Sumado a esto, The Clash exhibió una intencionalidad política en sus letras que con el tiempo se convertiría en su característica distintiva fundamental. El idealismo expresado en las composiciones de Joe Strummer y Mick Jones contrastó con el nihilismo de los Sex Pistols y la sencillez de Ramones, las otras bandas emblemas del punk en la época. Aunque su éxito en el Reino Unido fue inmediato, la banda no se ganó al público estadounidense hasta los años ’80, con el lanzamiento de London Calling, su tercer álbum, considerado uno de los mejores discos de la historia de la música. De hecho, la revista Billboard lo calificó como el mejor de los años 1980, y como el octavo mejor de la historia en su segun Rolling Stones, en su lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos, donde también figuran otros dos discos del grupo, The Clash y Sandinista!, en las posiciones n.º 77 y n.º 404 respectivamente.
En 2003 fueron incluidos en el Salón de la Fama del Rock
A lo largo del tiempo, se ha asentado entre los fanáticos y los críticos el apodo que les atribuyó su discográfica CBS Records, «la única banda que importa», debido a que el grupo nunca se desvió de sus ideales ni de sus costumbres por buscar beneficios personales.
Con London Calling, The Clash demostraron ser algo más que las cabezas visibles del punk de finales de los 70, género denostado por su escasa calidad musical inherente a su discurso contracultural y destructivo. Porque este tercer trabajo en su discografía resulta ser un álbum clave, que marca un antes y un después en el desarrollo de la banda. Entre otras cosas, porque resulta ser una obra excelente, en la que el grupo demuestra su madurez como músicos y su valentía en trascender el punk para ofrecer un trabajo ambicioso, un doble álbum lleno de referencias a un gran número de estilos musicales. La arriesgada apuesta les sale bien, puesto que los siempre difíciles seguidores del punk aceptaron con entusiasmo esta demostración de talento, al tiempo que la propia banda salía reforzada al demostrar que no eran unos meros provocadores de una moda pasajera que no duraría demasiado tiempo, sino unos músicos con unas claras influencias musicales que pretendían homenajear en este album, consiguiendo (y he aquí quizá la paradoja de quienes critican el punk como género menor y de escasa importancia) su mejor obra musical.
Así, en el disco se reúnen con aparente normalidad géneros musicales tan contrapuestos como el propio punk, el reggae o el pop con ambiciones discotequeras. Escuchamos un elegante swing en «Jimmy Jazz», un rock de cuidada melodía en «Death or glory», y prestan oídos a los viejos ritmos norteamericanos para demostrar en cierto modo de qué es hijo el punk, construyendo tanto un rocabilly (en Rudie can’t fail) como un blues (Brand new Cadillac) de clara raigambre estadounidense. Atreviéndose incluso con cortes caribeños, ska y reggae, y cultos, con ciertos toques jazzisticos. A la variedad estilística se une el cuidado trabajo en las letras de las canciones. Efectivamente, el disco tiene una importante carga de crítica social, que puede asombrar al oyente, sobre todo cuando escucha temas como Spanish Bombs, en la que se rinde un homenaje a los republicanos que lucharon en la guerra civil española del 36. Aún con cierta carga política (que se multiplicará en trabajos posteriores), fundamentalmente el disco ahonda más en una crítica social, con temas como el materialismo de la sociedad, el uso de drogas, y las tendencias fascistas de una Inglaterra tatcheriana, y personal.
La celebérrima portada del disco muestra a Paul Simonon destrozando su bajo durante un concierto en el Palladium de Nueva York, y ha sido reconocida como una de las mejores y más representativas imágenes en toda la historia del rock & roll. A modo de curiosidad, su grafismo se basa en el utilizado para el primer álbum de Elvis Presley. Disco mítico que se vendió como doble a precio de sencillo (convencieron a la discográfica de incluir un sencillo gratuito, y después grabaron el sencillo como LP, todo un guiño a sus seguidores y una bofetada a la industria), se trata sin duda de uno de los mejores discos de aquellos años, un trabajo fundamental en la historia de la música; no en vano, la influencia de The Clash y de este álbum en el devenir posterior del rock ha sido de enorme importancia.